Muchas veces nos cuesta decidir cosas, desde lo que vamos a comer a lo que nos ponemos de ropa, desde qué hacer esta tarde a planear las próximas vacaciones.

Éstas pueden parecer decisiones sencillas, sin embargo ¿qué pasa si para nosotr@s es un problema decidir? ¿Compro esta casa o no? ¿me decido a comprar un coche o me espero? ¿me cambio de ciudad por un trabajo?…

¿Qué hay detrás?

Si no sabemos qué decidir, si nos quedamos en la duda, es por algún temor, por miedo a que no acertemos en nuestra decisión.

¿Carne o pescado; dulce o salado? Puede que lo que elija no me guste y me haya «equivocado».

¿Playa o montaña? Si elijo playa y no gusta, la responsabilidad recae sobre mí.

¿Me acerco a hablar con esa persona que me gusta o espero a ver si viene? Si no voy yo, me ahorro que no quiera hablar conmigo y pueda sentir «rechazo».

Cuando no decido

¿Podemos evitar elegir? En muchas ocasiones en realidad sí, puedo esperar y ver qué pasa.

  • Otra persona elige por mí. «¿Qué hacemos esta tarde? No sé… ¿Te apetece que vayamos al cine? Vale».
  • Dejo pasar el tiempo. «¿Qué comemos? No sé, me gusta todo..». Al final la otra persona hace la comida sin tu opinión.
  • Se pasa la oportunidad. «La semana que viene le pido a esta persona que me gusta una cita…». Y al cabo de varias semanas ya tiene pareja.

¿Y si me arriesgo y decido?

Puedo equivocarme… ¡y también puedo acertar!.

El único momento que existe como tal es el aquí y el ahora, el presente, por lo tanto cualquier decisión que se tome será siempre la acertada, porque se tomó en ese momento.

Si decidimos y elegimos, a la larga estaremos más seguros de lo que pensamos, nos sentiremos más realizad@s, y seremos más responsables, puesto que es nuestra decisión y no podremos «echársela» a los demás, al tiempo, o a la mala suerte. En definitiva, aumentará nuestro locus de control interno: percibiremos que lo que ocurre externamente es gracias a nuestro comportamiento y por lo tanto, podemos gestionarlo. Esto hará que consigamos nuestros objetivos, puesto que confiaremos en nuestra capacidad y dejaremos de tener miedo a decidir.

¿Te arriesgas a decidir? Unas veces se gana, y otras se APRENDE.
Y recuerda… no decidir es también una decisión

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